viernes, 20 de junio de 2014

Las reglas del juego.

Es curioso cómo el ser humano pone trabas a su libertad, y así pierde ese lado salvaje y se hace libre desde la constancia de seguir esas normas invisibles.
Nada tiene sentido fuera de unas reglas que nos inculcan desde que salimos de una vagina, siguiendo ya desde entonces las normas de la naturaleza. Unas normas que aunque no impongamos nosotros mismos nos obsesionamos por descubrir y clasificar. Todo en la vida es un juego al que sabes jugar o el cual ignoras. Si sabes las reglas hablas, sino aguardas en silencio hasta que aprendes, o te niegas a jugar permaneciendo mudo.
Yo quiero aprender a cambiar las reglas. Arreglar los desperfectos del tablero, o simplemente romperlo todo; empezar una nueva partida desde el cero de las miradas atentas y la buena voluntad de seguir unas reglas silenciosas, solo un poco menos categóricas que el soplo de la creatividad.

viernes, 2 de mayo de 2014

Odiar el tiempo

Yo una vez amé, y era libre. La primera vez que amé supe que lo era porque se lo preguntaba al espejo y mi sonrisa contestaba.  Eres libre, me decía, tu amor es solo tuyo. La segunda vez que amé mi corazón dolía. No pregunté al espejo, porque era más fácil amar a ciegas. Amar en silencio y con un cariño roto. Pero amar era lo que yo amaba, y creía amar siendo libre, aunque no lo fuera. Ya nadie preguntaba en esos tiempos, como yo me pregunté un día.
No era libre, porque me arrastraba la corriente de lo desnudo y lo obvio, la corriente de lo sencillo y vacío. Sin pensar, sin preguntarle más que a él si me quería. El tiempo me contestó: yo te quiero, porque me abrazas rendida.

Yo amé en mentiras de medianoches evitadas. 
SI FUERA HUMANA


Construiría mansiones de pétalos de adobe y sal.
Seguiría los ríos, caminos yertos,
bajo troncos sombríos, todo soleado.
Todo quemado; todo recto al vacío.

Mausoleos de merengue y hierbaluisa;
para que los bichos no devoren los cuerpos.
Losas de alpiste y miel;
para que los gorriones sean las flores
hechas plumas.

Sus picos atrapados por la gula, gorjeantes;
música celestial sobre lápidas de acompañantes.
Graznidos los cenicientos minutos de consumición.

Construiría un silencio
donde refugiarnos cuando nuestra mente dé gritos,
cuando nuestros oídos estén sordos
y solo vean la luz del ciego.

Ojos en almíbar y melodías delirantes.
Soy súcubo y jamás dejaré de serlo.
Mis heridas son llagas que sangran sin cura.

Amo sin remedio el miedo de sus zapatos
que se pasean sonámbulos
dejando sus huellas de silencio mortuorio.

Soy y seré, pero no siempre lo he sido.
No siempre lo he sido pero volvería a serlo.
Mis errores, mis tormentos.
Mis caprichos marchitos.

Así la esperanza,
sería un marco de recuerdos a olvidar.

Si fuera humana
construiría un seno uterino impoluto
 donde hacernos diminutos

y poder volver atrás.