Próxima presentación de mi novela: Siete Contratos en Tinta Carmesí.
Estáis invitados! :)
Este es el blog abandonado de una escritora. De vez en cuando se rescata. Irene Beatriz Olalla Ramírez
sábado, 6 de diciembre de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
Las reglas del juego.
Es curioso cómo el ser humano pone trabas a su libertad, y así pierde ese lado salvaje y se hace libre desde la constancia de seguir esas normas invisibles.
Nada tiene sentido fuera de unas reglas que nos inculcan desde que salimos de una vagina, siguiendo ya desde entonces las normas de la naturaleza. Unas normas que aunque no impongamos nosotros mismos nos obsesionamos por descubrir y clasificar. Todo en la vida es un juego al que sabes jugar o el cual ignoras. Si sabes las reglas hablas, sino aguardas en silencio hasta que aprendes, o te niegas a jugar permaneciendo mudo.
Yo quiero aprender a cambiar las reglas. Arreglar los desperfectos del tablero, o simplemente romperlo todo; empezar una nueva partida desde el cero de las miradas atentas y la buena voluntad de seguir unas reglas silenciosas, solo un poco menos categóricas que el soplo de la creatividad.
Nada tiene sentido fuera de unas reglas que nos inculcan desde que salimos de una vagina, siguiendo ya desde entonces las normas de la naturaleza. Unas normas que aunque no impongamos nosotros mismos nos obsesionamos por descubrir y clasificar. Todo en la vida es un juego al que sabes jugar o el cual ignoras. Si sabes las reglas hablas, sino aguardas en silencio hasta que aprendes, o te niegas a jugar permaneciendo mudo.
Yo quiero aprender a cambiar las reglas. Arreglar los desperfectos del tablero, o simplemente romperlo todo; empezar una nueva partida desde el cero de las miradas atentas y la buena voluntad de seguir unas reglas silenciosas, solo un poco menos categóricas que el soplo de la creatividad.
viernes, 2 de mayo de 2014
Odiar el tiempo
Yo una vez amé, y era
libre. La primera vez que amé supe que lo era porque se lo preguntaba al espejo
y mi sonrisa contestaba. Eres libre, me
decía, tu amor es solo tuyo. La segunda vez que amé mi corazón dolía. No
pregunté al espejo, porque era más fácil amar a ciegas. Amar en silencio y con
un cariño roto. Pero amar era lo que yo amaba, y creía amar siendo libre,
aunque no lo fuera. Ya nadie preguntaba en esos tiempos, como yo me pregunté un
día.
No era libre, porque me
arrastraba la corriente de lo desnudo y lo obvio, la corriente de lo sencillo y
vacío. Sin pensar, sin preguntarle más que a él si me quería. El tiempo me
contestó: yo te quiero, porque me abrazas rendida.
Yo amé en mentiras de
medianoches evitadas.
SI FUERA HUMANA
Construiría mansiones
de pétalos de adobe y sal.
Seguiría los ríos,
caminos yertos,
bajo troncos
sombríos, todo soleado.
Todo quemado; todo
recto al vacío.
Mausoleos de merengue
y hierbaluisa;
para que los bichos
no devoren los cuerpos.
Losas de alpiste y
miel;
para que los
gorriones sean las flores
hechas plumas.
Sus picos atrapados
por la gula, gorjeantes;
música celestial
sobre lápidas de acompañantes.
Graznidos los
cenicientos minutos de consumición.
Construiría un
silencio
donde refugiarnos
cuando nuestra mente dé gritos,
cuando nuestros oídos
estén sordos
y solo vean la luz
del ciego.
Ojos en almíbar y
melodías delirantes.
Soy súcubo y jamás
dejaré de serlo.
Mis heridas son
llagas que sangran sin cura.
Amo sin remedio el
miedo de sus zapatos
que se pasean
sonámbulos
dejando sus huellas
de silencio mortuorio.
Soy y seré, pero no
siempre lo he sido.
No siempre lo he sido
pero volvería a serlo.
Mis errores, mis
tormentos.
Mis caprichos
marchitos.
Así la esperanza,
sería un marco
de recuerdos a olvidar.
Si fuera humana
construiría un seno
uterino impoluto
donde hacernos diminutos
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